HISTORIA ANTIGUA

La fama legendaria por el carácter guerrero de los cántabros, en la Antigüedad aflora en las fuentes literarias grecolatinas, especialmente a partir y con motivo de las guerras cántabras, de especial relevancia para la persona de Augusto.

La polarización de la información a favor de los pueblos mediterráneos en detrimento de los indígenas acondicionado nuestro conocimiento histórico de la Península Ibérica en la Antigüedad, y más concretamente de la Cantabria romana. Por otra parte, el rango un tanto anecdótico de las citas literarias sobre los cántabros, especialmente en los poetas, ha facilitado una amplia diversidad entre la calidad y cantidad de las alusiones que poseemos, las cuales van de simples menciones a una exposición de las costumbres o a una descripción de las denominadas guerras cántabras. La información nos ofrece simples citas de tipo geográfico junto a datos historiográficos más o menos precisos, con una especial relevancia del período inmediatamente anterior al cambio de Era.

Los textos literarios grecolatinos presentan datos en ocasiones contradictorios, como consecuencia de la pobre rigurosidad histórica y su carácter fragmentario, así como la menor y más tardía incidencia de las culturas mediterráneas en el Norte de la Península Ibérica, en razón de su mayor aislamiento.

La primera alusión a los cántabros procede de Catón, y se sitúa en la primera mitad del siglo II antes de Cristo. Nos presenta aspectos geográficos y etnográficos, con un intento de explicar las particulares características del pueblo cántabro, en contra posición a la cultura romana, evidenciando a su vez su patriotismos romana frente a la cultura griega.

Sus continuadores en la historiográfica latina mencionan al pueblo cántabro incluso interviniendo marginalmente en sus obras, tal y como sucede con Julio Cesar, Tito Livio, Tácito, Veleyo Patérculo, Suetonio y Silio itálico, en razón a la cultura romana. Estos rasgos son tenidos en cuenta también en las obras de algunos poetas, como Catulo, Horacio y Juvenal.

La más amplia información de los cántabros en lengua latina se la debemos a Plinio el Viejo, en su Historia Natural, con una detallada descripción de la costa cantábrica, así como de fenómenos complejos que tocan las costumbres, religión, medicina popular, minerales, alimentación, etcétera. Plinio pretende abarcar el enciclopedismo de la época, pero no distingue lo accesorio de lo esencial y acoge las fábulas más absurdas.

La literatura griega, en su afán cosmográfico, presta también atención a las peculiaridades de los cántabros y refleja especialmente aspectos geográficos, como en Ptolomeo y Estrabón. Este último autor, favorecido por la pax romana, lleva a cabo con éxito investigaciones geográficas e históricas, mostrando en su Geografía una pasión por lo histórico. Tiende a una conexión entre lo geográfico y lo humano, en un deseo de realizar una historia de la civilización de acuerdo a un pensamiento fundamentalmente presocrático, siguiendo para su exposición un plan geográfico. La obra de Estrabón, apunta a servir a los dirigentes del momento, a los políticos que ostentaban el poder del mando, presentando en los cántabros rasgos específicos de su sociedad y costumbres.

Hemos dejado intencionalmente para el final dos autores latinos, Floro y el hispano Osorio, y uno griego, Dion Casio, por ser los tres autores que nos facilitan el relato más completo de las guerras cántabras, con ligeras variantes que obedecen a sus concepciones historiográficas personales, pues, en el caso de los autores latinos, ambos se basan en la parte del relato de Tito Livio sobre las guerras, hoy perdido, que ellos resumen, con la connotación cristiana en Osorio.

El epitomista Floro, en su resumen de Tito Livio, presenta omisiones y frecuentes errores, motivado más por una preocupación literaria con un estilo lleno de efectos, comparaciones, exageraciones, expresiones poéticas y exclamaciones inútiles, que por la veracidad histórica. Su relato de las guerras cántabras se asemeja a un panegírico del genio conquistador romano en el momento de su madurez, que culmina con la pax romana.

Osorio se diferencia básicamente de Floro en la menor extensión que da al tema, junto a variantes toponimias, partiendo de la idea de que la solución de todos los males y luchas que nos relata se resolverán con el cristianismos, destinado a hacer del mundo una sola patria.

Finalmente, Dion Casio imita en su concepción historiográfica en general a Tucídides. En su relato de las guerras cántabras cabe destacar la precisión de la cronología y la claridad de sus partes esenciales. Su trabajo debió de verse facilitado por ocupar los más altos puestos del Imperio, lo que le permitió la recogida de materiales con minuciosidad para su obra durante diez años. En su descripción emplea un método analítico, tendiendo a un arcaísmo aticista y dando cabida a recursos retóricos. (J.M.I.G.)